Hoy vamos a ver una nueva contradicción. Hay dos textos de Juan que parecen ser contradictorios según la página a la que solemos acudir para desenmascarar las contradicciones. En este caso parece que Jesús dice que nadie le preguntó acerca de a dónde iba a ir, pero realmente Pedro si le había preguntado. Así que vamos a analizar si realmente existe una contradicción aquí, o no.
Los textos que vamos a leer son Juan 16.5 y Juan 13.36

Juan 13.36

36 —¿Y a dónde vas, Señor? —preguntó Simón Pedro. —Adonde yo voy, no puedes seguirme ahora, pero me seguirás más tarde.

Juan 16.5

»Ahora vuelvo al que me envió, pero ninguno de ustedes me pregunta: “¿A dónde vas?”

Efectivamente, si Pedro le había preguntado a Jesús anteriormente que a dónde iba, ¿a cuenta de qué Jesús le dice después que no le han preguntado? ¿Acaso Jesús olvidó que Pedro, precisamente Pedro, ya le había hecho esta pregunta? A priori reconozco que podría resultar contradictorio, pero vamos a verlo en profundidad.

El hilo conductor

Hay una línea que se puede seguir a lo largo de Juan, y en este caso, concretamente a lo largo de estos capitulos (del 13 al 16) Todo esto son conversaciones que suceden, según el contexto que aportan los otros evangelios, previamente al arresto de Jesús. Haciendo un bosquejo rápido podemos ver los siguientes puntos:
  1. Capítulo 12: Jesús llega a Jerusalén y anuncia su muerte.
  2. Capítulo 13: Jesús les lava los pies a sus discípulos, predice la traición de Judas y la negación de Pedro.
  3. Capítulo 14: Jesús les enseña a sus discípulos que Él es el camino al Padre y anuncia la llegada del Espíritu Santo.
  4. Capítulo 15: Jesús les hace una comparación entre Él y una vid y continúa advirtiéndoles sobre las dificultades que les va a traer ser cristianos
  5. Capítulo 16: Jesús vuelve a hablarles a sus discípulos de lo que hará el Espíritu Santo y comienza a despedirse.
Ahora que tenemos una vaga idea de lo que sucede, vamos a fijarnos en un hilo conductor que podría unir gran parte de los acontecimientos que suceden.
Comencemos por la entrada en Jerusalén, ahí ya se puede empezar a ver este juego de conceptos, hasta los fariseos se daban cuenta de que todo el mundo quería seguir a Jesús  «19 Por eso los fariseos comentaban entre sí: «Como pueden ver, así no vamos a lograr nada. ¡Miren cómo lo sigue todo el mundo!».» Por lo tanto, las personas estaban acostumbradas a seguirle físicamente, a ir tras de Él. Es más Jesús mismo, en ese contexto, cuando unos Griegos precisamente querían estar con Él, Él responde: «26 Quien quiera servirme debe seguirme; y donde yo esté, allí también estará mi siervo. A quien me sirva, mi Padre lo honrará.» Por lo tanto, está bastante claro, el principio básico era seguir a Jesús, la gente lo hacía y Él decía que era lo que había que hacer. Pero la gente seguía a Jesús (en su mayoría) sólo físicamente, seguramente en una respuesta natural al bien que Jesús daba (alimentos, enseñanzas impresionantes, sanaciones, milagros, etc.) Así que conforme avanza el tiempo y la conversación, llega un momento en el que Jesús les dice: «Mis queridos hijos, poco tiempo me queda para estar con ustedes. Me buscarán, y lo que antes les dije a los judíos, ahora se lo digo a ustedes: Adonde yo voy, ustedes no pueden ir.» A continuación Jesús les da el mandamiento más hermoso que puede recibir la humanidad, pero Pedro (aparentemente, casi ignorándolo) vuelve al tema anterior y le pregunta: «—¿Y a dónde vas, Señor? —preguntó Simón Pedro. —Adonde yo voy, no puedes seguirme ahora, pero me seguirás más tarde. 37 —Señor —insistió Pedro—, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Por ti daré hasta la vida.» En este punto Jesús para el carro y le dice a Pedro que no, que esa misma noche le iba a negar tres veces. 
Aquí podemos darnos cuenta de cómo se va entretejiendo el tema; cómo el tema recurrente de seguir a Jesús va apareciendo y desapareciendo paulatinamente. Es en esta última conversación cuando se puede ver un contraste entre el significado que Jesús inicialmente estaba dándole al concepto de seguirle y el que le estaba dando Pedro. Jesús hablaba de que sus discípulos no podrían seguirle porque Jesús estaba apunto de realizar el acto de la salvación de la humanidad en si mismo, Jesús moriría para llevar en sí la carga de los pecados pasados presentes y futuros de toda persona. Ahí no podían seguirle sus discípulos. Y tampoco podrían seguirle tras la ascensión. Pedro, sin embargo, estaba pensando que Jesús les decía que no podrían seguirle a algún lugar específico del mundo físico donde se encontraban, seguramente porque ya Jesús les había desvelado que le iban a traicionar, y podía ver el creciente odio que se estaba generando por parte de los líderes religiosos. De ahí que diga; «hasta la muerte te voy a seguir». Era irónico porque precisamente el paso anterior a la salvación de la humanidad era morir. Por eso Jesús, siendo Dios y por lo tanto, omnisciente, le dijo que no iba a seguirle hasta la muerte (al menos por ahora) sino que le negaría tres veces.
Ante esta noticia, es normal que los discípulos, y sobre todo Pedro, se desanimaran, así que Jesús les dice: «No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. Y, si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté. Ustedes ya conocen el camino para ir adonde yo voy» Y volvemos a ver una mención al tema recurrente, seguir a Jesús, esta vez por un camino, lo cual genera más dudas entre los discípulos, porque si no saben a donde va, ¿cómo van a saber el camino? Es entonces cuando Jesús revela lo importante: Él es el camino.
Claro, Jesús es el camino, pero se va. Así que deja al Espíritu Santo. ¿Para qué? «les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho. » Así que el camino es Jesús y nos lo muestra el Espíritu Santo. Y sigue la conversación. Y después de recalcar nuevamente con un ejemplo que Él mismo es Dios y que como Él permanece en Dios nosotros permanecemos en Él, Jesús comienza a hablar nuevamente de muchas dificultades que habrán a lo largo del tiempo y que como le aborrecieron a Él, aborrecerían a sus discípulos. Les dice cosas como: «Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán» o «Los expulsarán de las sinagogas; y hasta viene el día en que cualquiera que los mate pensará que le está prestando un servicio a Dios.» 
Durante toda esta conversación (que pudo haber ocurrido sin pausa, o no) Jesús cambia la perspectiva que tenían sus discípulos acerca de ese lugar a donde debían seguirle, la idea de que Él era el camino, de que Él mismo era Dios y de que el Espíritu Santo les guiaría a través de ese camino que conducía a Dios mismo. Jesús les revela de manera extraordinaria los planes que tenía para ellos en un futuro.
Pero esta realidad no era lo que los discípulos esperaban. Ellos no querían que Jesús se fuera, y a pesar de que les había comunicado la llegada del Espíritu Santo, el cual es, exactamente: Dios viviendo en nosotros, no querían que Jesús se fuera, y ahora viene el versículo clave:
«Ahora vuelvo al que me envió, pero ninguno de ustedes me pregunta: “¿A dónde vas?” Al contrario, como les he dicho estas cosas, se han entristecido mucho.» 
Ya los discípulos entendían, en parte, que Jesús no iba a estar con ellos físicamente a partir de un momento determinado (y próximo) así que se habían sumido en la tristeza, tristeza que llegaría a su apogeo con la muerte de Jesús y acabaría con la llegada del Espíritu Santo. Ya no querían preguntar a dónde iba, estaban tan desmotivados por la idea de que Jesús les iba a dejar que parecía que no querían saber nada más.
Por tanto Jesús, con su comentario no está diciendo que nadie le había preguntado eso, es más, podríamos haber zanjado esta discusión simplemente hablando de los tiempos verbales con los que se construye la frase, pero me pareció importante ver cómo Jesús, a lo largo de esta serie de conversaciones les transmitió a sus discípulos una idea clara: Yo me voy y vendrá el consolador. Cuando los discípulos entendieron esto se amargaron profundamente y no quisieron preguntarle y más a donde iba.
Por lo tanto concluyo que NO ES UNA CONTRADICCIÓN y también concluyo que, en parte resulta ridículo que se haya categorizado esto como una contradicción. Un simple análisis morfológico lo desmiente.