Una de las cosas que aprendí desde muy pequeño en esta vida era a no meterme en conversaciones de temas de los cuales no tenía ni idea, ¿por qué? porque es muy fácil quedar en ridículo cuando te aventuras a criticar o puntualizar algo en una materia que no entiendes o manejas. Nunca me atrevería a discutirle a Einstein sobre alguna de sus fórmulas escritas en Zur Elektrodynamik bewegter Körper. Cualquier matemático o físico, con un mínimo de conocimiento, aunque no fuera Einstein mismo, me miraría asombrado de que estuviera comentando algo acerca de la fiabilidad o asertividad de cualquier minucia escondida en una de sus páginas.
Es por eso que me sorprende tanto que alguien, seguramente en su afán de recopilar el listado más grande posible de contradicciones bíblicas haya incluido textos tan complejos como estos. Textos que ni tan si quiera entre los más grandes entendidos de las escrituras Bíblicas logran llegar a un consenso en cuanto a su significado.
Mi objetivo, como siempre, es demostrar que estos textos no son contradictorios y lo de arriba es simplemente una nota acerca de lo que pienso de esta contradicción en concreto. No trato de ridiculizar a nadie (Dios me libre) sino que quiero dar a entender dos cosas: 1) Este tema es muy complejo para mi y 2) Aún así, voy a tratar de desmentir el hecho de que estos dos textos son contradictorio.

1 Tesalonicenses 4.15-17 (NVI)

15 Conforme a lo dicho por el Señor, afirmamos que nosotros, los que estemos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, de ninguna manera nos adelantaremos a los que hayan muerto. 16 El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre.

1 Tesalonicenses 5.23 (NVI)

23 Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser —espíritu, alma y cuerpo— irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

2 Tesalonicenses 2.2-3 (NVI)

no pierdan la cabeza ni se alarmen por ciertas profecías, ni por mensajes orales o escritos supuestamente nuestros, que digan: «¡Ya llegó el día del Señor!» No se dejen engañar de ninguna manera, porque primero tiene que llegar la rebelión contra Dios y manifestarse el hombre de maldad,[c] el destructor por naturaleza.

El día de YHVH

El día del Señor es el término utilizado en la Biblia para referirse principalmente al juicio final y la segunda venida de Jesús, por lo menos en el Nuevo Testamento. Porque en el antiguo testamento hay matices dignos d observar.
Hay varios textos en el antiguo testamento que hablan del día de YHVH. El primero, en Isaías 2.12 se habla del día de YHVH como un día de destrucción para todos los enemigos de Dios en un capítulo que describe el reinado de YHVH en la tierra. En Joel 1.15 parece estar describiendo un día de desolación en el que todo lo bueno de la tierra será quebrantado y destruido. En Ezequiel 13.5 se da una dura advertencia contra los falsos profetas de Israel que no protegieron a Israel del día de YHVH. Zacarías 14.1 Describe el día de YHVH como el día en que las naciones destruirán Israel pero quedarán la mitad de ellos y luego Dios mismo luchará contra las naciones y las vencerá. En Joel 3.14 se habla del día de YHVH como el día en el que Dios juzgará a las naciones y restaurará a Israel. En Ezequiel 30.3 el profeta habla del caso concreto al juicio de Egipto en el día de YHVH. Sofonías 1.7 habla del día de YHVH como un banquete en el que Dios juzgará a los que le menospreciaban. De nuevo en Isaías 13.6 se describe un juicio y la destrucción de la ira de Dios sobre la tierra. En Abdías, concretamente el versículo 15, pero en sí, gran parte del libro, describe el castigo que sufrirá Edom en el día de YHVH. Amós 5.18 también se refiere a destrucción y a un día de sufrimiento haciendo hincapié en arrepentirse ante ese día. Joel 2.1 Habla de este día como un día oscuro (igual que todos los demás) pero reflejando un día de guerra por un ejército poderoso, el ejército de Dios.
Ante estos textos, es evidente que el día de YHVH va a ser un día bastante oscuro, destructivo y desolador. Hay indicios de restauración también, pero el Antiguo Pacto resalta la idea del Juicio de Dios sobre la tierra.

El puente de unión

De entre todos los textos que nombran explícitamente el día de YHVH, nos hemos saltado uno. Este texto es el que sirve de puente entre el Antiguo y Nuevo Testamento. Malaquías 4.5-6:  «5 He aquí, Yo os envío al profeta Elías antes que venga el día de YHVH, grande y terrible. 6 Él hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres, no sea que Yo venga y tenga que consagrar la tierra al exterminio.«
Las implicaciones e interpretaciones de este versículo son fascinantes, y no vamos a verlo en profundidad. Simplemente creo que es importante tener en cuenta que este Elías del que habla Malaquías es citado por Mateo 11.13-14 «Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. 14 Y, si quieren aceptar mi palabra, Juan es el Elías que había de venir.» Pero este Elías del que habla en Malaquías es Juan en parte, puesto que si leemos el versículo 6 vemos que esto no se cumplió en Juan. Si no se cumplió en Juan, es algo que se cumpliría más tarde. Por lo tanto, entre Malaquías  los evangelios tenemos una pista muy importante para saber algo más de este día de YHVH: Aún no ha sucedido. Y otra más: Sucedería tras la primera venida de Jesús. Viéndolo de manera cronológica, podría establecerse que:
  1. Profecías acerca del día del Señor.
  2. Juan el Bautista
  3. Primera venida de Jesús
  4. Últimos días (desde Jesús hasta la actualidad y lo que Dios disponga)
  5. Día de YHVH (junto con la segunda venida)

El Nuevo Pacto

Evidentemente, también se habla del día de YHVH en el nuevo testamento, y se continúa esta línea que comienza en el antiguo: En Hechos 2.20, Pedro cita el texto de Joel 2.28-32 antes visto, evidentemente no está diciendo que el día de YHVH ya llegó, sino que estamos cerca de que llegue y habla con la esperanza de que el día llegue. Pablo también habla de este día en su segunda carta a los Corintios expresando que él se sentiría orgulloso de los Corintios en el día del Señor (2 Corintios 1.14). En 1 Tesalonicenses 5.2 Pablo vuelve a hablar del día de YHVH como un día que el creyente va a esperar ese día no para sufrir un castigo, sino para recibir salvación. 1 Corintios 5.5 también habla de el día de YHVH no con connotaciones destructivas sino de salvación. En 2 Tesalonicenses 2.2 se vuelve a advertir sobre el día de YHVH para que no se crean todo lo que cualquiera les diga acerca de que ese día ya llegó. En 2 Pedro 3.1 el Apóstol también nos habla de este día y a pesar de hablar de la destrucción habla del cielo nuevo y la tierra nueva. Por último, Apocalispis 1.10 (Seguramente el versículo relacionado con la escatología más complicado de todos. En base a la interpretación de este versículo nacen muchas de las interpretaciones escatológicas más importantes de nuestros tiempos) habla del día del Señor como el día en el que Juan tuvo la visión del apocalipsis.
Viendo el panorama general de todo lo observado hasta ahora podemos concluir algo que nos de una idea clara y directa del día del Señor: El día del Señor es un día que aún no ha llegado y en el que Dios traerá Juicio sobre la tierra y salvación sobre su pueblo.
¿Por qué aún no ha llegado?
  • Porque el antiguo testamento habla de ese día como que aún no ha llegado.
  • Porque Malaquías y Joel conectan el antiguo testamento con el nuevo levantando un puente entre los dos pactos y conectando el mismo día del Señor del antiguo testamento con el nuevo.
  • Porque el nuevo testamento habla de ese día como un día que sigue sin haber llegado.
Con esta información podríamos ya responder a la pregunta: ¿Se acerca el día del Señor? ¡SÍ! ¡Evidentemente Sí! Pero los detractores van un paso más allá: ¿Está cerca? La traducción casi-literal de Bibviz es: ¿Está a mano?

Como siempre: El contexto

El contexto de 1 Tesalonicenses 4 es Pablo hablando a la iglesia acerca de lo que iba a suceder a las personas que habían muerto. Pablo le esta dando a la iglesia esperanza de que todos los que hayan (o hayamos) muerto resucitaremos el día del Señor (será una de las cosas que ocurran en este día) en su venida. Y después ascenderemos al cielo para estar con Jesús eternamente. Entonces el contexto general es: No teman, hay esperanza tras la muerte; tras la muerte viene la resurrección, y más allá una eternidad con el Dios al que tanto anhelamos.
En el capítulo 5 continúa con el contexto del anterior. Y es normal, ante un futuro tan esperanzador desesperarse un poco porque llegue ese día. Pero Pablo les recuerda que ese día sera de improviso. Dicho de otro modo. Nadie puede decir: será este día u el otro día. Sino que sólo Dios lo sabe.
En segunda de Tesalonicenses 2, se refuerza esta idea. ¿Por qué? porque, al parecer, habían falsos profetas y maestros que iban diciendo por ahí: Ya llegó el día del Señor, o es este día, o aquel otro. Por tanto Pablo les vuelve a advertir, no desesperen, el día del Señor se acerca, pero hay cosas que tienen que suceder antes de este día, profecías que deben cumplirse, acontecimientos por llegar.
Por lo tanto estamos hablando de 3 contextos distintos pero unidos por un hilo conductor: La esperanza en el día del Señor, la imposibilidad de saber el día y la advertencia sobre los que profesan saberlo.

El problema

El problema que, supongo, detectaron en Bibviz.com es que en los versículos de 1 Tesalonicenses hablan del día del Señor como un día bastante cercano ¿Por qué da esta sensación? porque Pablo se incluye (e incluye a los tesalonicenses) en los hechos que ocurrirán esos días. Entonces, parece que en 1 Tesalonicenses Pablo afirma que ellos estarían vivos cuando Jesús volviera y en 2 Tesalonicenses Pablo está diciendo que tienen que ocurrir muchas cosas antes de que venga el día del Señor y que este día no llegaría en su vida.

¿Cómo se resuelve?

Como se resuelven muchos problemas que parecen contradictorios. Exponiendo lo que dicen los textos y no lo que se interpreta que pudieran estar diciendo:
La mayor esperanza de los cristianos desde que Jesús ascendió a los cielos hasta nuestros tiempos es que Jesucristo vuelva. ¡Maranata! Todo cristiano que ha entregado genuinamente su vida y corazón al gobierno de Jesús y ha depositado su fe en el sacrificio de Cristo para salvación de sus pecados ha vivido su vida hasta su último aliento deseando la prometida segunda venida del Mesías. Por lo tanto, no es de extrañar que Pablo desease y pensase que viviría esa segunda venida en su piel. Era el mayor anhelo de su corazón. Él y todos los cristianos deseaban esa segunda venida y más si pensamos en los sufrimientos y persecuciones que vivían en sus tiempos. Por ello Pablo escribe; «los que quedemos», «nosotros». El se incluye a si mismo y al resto de cristianos contemporáneos en el deseo de ver con sus ojos la gloriosa revelación de Jesús en su segundo advenimiento.
Por otro lado, el contexto donde Pablo habla de que él mismo estaría ahí era el contexto de animar a los creyentes en cuanto a que hay una esperanza. Y resuelve todas las dudas: Si estás vivo cuando venga Jesús irás con Jesús. Si estás muerto cuando venga Jesús, resucitarás e ¡Irás con Jesús! Pablo no se está centrando en el hecho de que el iba a estar vivo sí o sí cuando Jesús viniera sino que si has entregado tu vida a Cristo, en su segunda venida, el Mesías cumpliría su promesa con todos los creyentes. No se va a olvidar de los que murieron mientras Él venía. Así que la idea que se transmite no es: Vamos a estar vivos cuando Jesús vuelva, sino: Sea que estemos vivos o que estemos muertos (Parafraseando al mismo Pablo) ¡Somos del Señor Jesús!
En el capítulo 5 de 1 Tesalonicenses Pablo está bendiciendo a los tesalonicenses y les está expresando su más sincero deseo: Que Dios les conserve hasta que Jesús vuelva. Pero, ojo, esto se puede ver de dos maneras:
  1. Pablo desea que ellos estén vivos hasta que Jesús vuelva. Si esto es así, no se puede tomar como algo que ocurrirá con total certeza, porque es un deseo que Pablo tiene, como muchos otros deseos que tenía y que no se concedían. (2 Corintios 12.8-9)
  2. Pablo está hablando de que Dios tiene todo preparado para que el creyente. Un espíritu conforme al de Dios, un alma santificada y salva y un cuerpo listo para resucitar glorificado. Por lo tanto no se trataría de un deseo, sino de algo que ¡Dios va a hacer seguro!
Y, por último, 2 Tesalonicenses 2 no es sino una consecuencia lógica de todo lo dicho: Los cristianos desean que venga Jesús, desean estar ahí, así que es muy fácil que se dejen llevar por cualquiera que les diga: Ya, es hoy, el día del Señor viene. Entonces Pablo les pone freno y les dice: No se dejen llevar por esas cosas: (1) falsas profecías, (2) mensajes orales, (3) mensajes escritos. Tienen que pasar cosas antes de eso. ¿Significa que Pablo está diciendo que nunca verían la segunda venida? No. Significa que Pablo les está diciendo que atiendan a las señales, que no se atormenten ni se alarmen por cualquiera que les diga que el día es ya. No significa lo que no dice y significa lo que dice. La rebelión contra Dios y el hijo de perdición podría haberse manifestado en esos días y llegar el fin y estos tesalonicenses podrían haber presenciado el día del Señor y no hubiera habido ninguna contradicción.

Conclusión

Concluyo, evidentemente, que NO ES UNA CONTRADICCIÓN, pero me gustaría añadir algo para acabar de manera similar a como empecé. El mensaje de la Biblia es claro, sencillo, directo, y trascendental para toda vida humana. Pero la Biblia no es un cómic de Mortadelo y Filemón fácilmente conjeturable. La Biblia encierra acertijos, secretos y misterios que van desde lo complicado hasta lo irresoluble.
Es fácil ver un versículo sacado de contexto y sacar conclusiones equivocadas, y es aún más fácil no pararse a entender de lo que realmente se está hablando. Evidentemente se acerca el día del Señor. Evidentemente está cerca. ¿Cómo de cerca? «Pero no olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.» 2 Pedro 3.8-9