Muchos discípulos de Jesús tienen una dolorosa incertidumbre acerca de cómo funciona la voz de Dios y cuál es su lugar. Incluso aquellos que creen que Dios se ha dirigido a ellos pueden no saber qué hacer al respecto. En la Biblia, el pobre y perturbado Gedeón le dijo al Señor:»¡Haz algo que pruebe que eres tú el que me estás hablando!».
Incluso si suplicáramos a Dios por una palabra, podríamos tener tan poca competencia para tratar con ella que tal palabra sólo aumentaría nuestra confusión. Tal vez por esta razón Dios nos oculta la palabra. Pero como discípulos de Jesucristo, no debemos abandonar la fe en nuestra capacidad de escuchar a Dios. Abandonar esto es abandonar la realidad de una relación personal con Dios, y eso no debemos hacerlo.
Medite: Imagínate en el lugar de Gedeón en Jueces 6:15-18 (o 6:1-24 si el tiempo lo permite). Los madianitas han estado asaltando tu territorio y un ángel parece que te comisiona para que dirijas a tu pueblo. ¿Estás confundido, intimidado, excitado?
Dallas Willard
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