Yo soy de mi amado, y mi amado es mío;
El apacienta entre los lirios.
Cantares 6.3

En la unión de las almas en el matrimonio -en el deleite consciente y el descanso mutuo que es la relación más elevada y exaltada posible entre dos personas- no es correcto que una persona le diga siempre a la otra lo que debe hacer. El amado, que ama y es amado, no quiere dar órdenes al amante; en cambio, el amado desea que el amante entienda lo que se necesita para que no sean necesarias órdenes.
Y así es en nuestra unión con Dios, una persona amante y amada. Dios no se complace en tener que explicar siempre cuál es su voluntad; la disfruta cuando entendemos y actuamos según su voluntad. Nuestro mayor llamado y oportunidad en la vida es amarlo con todo nuestro ser.

Reflexiona: ¿Estás ansioso por una unión de almas con Dios, o prefieres que Dios te diga siempre qué hacer? ¿De qué manera podrías entender su voluntad y actuar en consecuencia hoy en día?