Este es un artículo largo, y de forma paradójica quizá con poco contenido, aunque lo he publicado porque en su momento estuve profundizando un poco en la mayéutica. Así que escogí un libro de la Biblia que contiene muchas preguntas y me hacía las preguntas a mi mismo. El libro escogido es el libro de Job. Habían ciertas preguntas que carecían un poco de sentido responderlas, pero muchas son preguntas profundas y se buceamos un poco en el contexto podemos sacar muchas enseñanzas. Sin duda lo mejor es leerse el libro de Job, pero aquí está el listado.
COMIENZO Y DISCURSO DE JOB Y SUS AMIGOS
¿De dónde vienes?
¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job?
¿Y acaso Job te honra sin recibir nada a cambio?
¿Acaso no están bajo tu protección él y su familia y todas sus posesiones?
¿De dónde vienes?
¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job?
¿Todavía mantienes firme tu integridad?
¿no sabremos también recibir lo malo?
¿Por qué no perecí al momento de nacer?
¿Por qué no morí cuando salí del vientre?
¿Por qué hubo rodillas que me recibieran, y pechos que me amamantaran?
¿Por qué no me enterraron como a un abortivo, como a esos niños que jamás vieron la luz?
¿Por qué permite Dios que los sufridos vean la luz?
¿Por qué se les da vida a los amargados?
¿Por qué arrincona Dios al hombre que desconoce su destino?
¿quién podría contener las palabras?
¿No debieras confiar en que temes a Dios y en que tu conducta es intachable?
¿Quién que sea inocente ha perecido?
¿Cuándo se ha destruido a la gente íntegra?
¿Puede un simple mortal ser más justo que Dios?
¿Puede ser más puro el hombre que su Creador?
¿No se arrancan acaso las estacas de su carpa?
¿habrá quien te responda?
¿A cuál de los dioses te dirigirás?
¿Rebuzna el asno salvaje si tiene hierba?
¿Muge el buey si tiene forraje?
¿Puede comerse sin sal la comida desabrida?
¿Tiene algún sabor la clara de huevo?
¿Qué fuerzas me quedan para seguir esperando?
¿Qué fin me espera para querer vivir?
¿Tengo acaso la fuerza de la roca?
¿Acaso tengo piel de bronce?
¿Cómo puedo valerme por mí mismo, si me han quitado todos mis recursos?
¿Quién les ha pedido que me den algo, o que paguen con su dinero mi rescate?
¿Quién les ha pedido que me libren de mi enemigo, o que me rescaten de las garras de los tiranos?
¿Me van a juzgar por mis palabras, sin ver que provienen de un desesperado?
¿Creen que les mentiría en su propia cara?
¿Acaso hay maldad en mi lengua?
¿No puede mi paladar discernir la maldad?
¿No tenemos todos una obligación en este mundo?
¿No son nuestros días como los de un asalariado?
¿Cuánto falta para que amanezca?
¿Soy acaso el mar, el monstruo del abismo, para que me pongas bajo vigilancia?
¿Qué es el hombre, que le das tanta importancia, que tanta atención le concedes, que cada mañana lo examinas y a toda hora lo pones a prueba?
¿en qué te afecta, vigilante de los mortales?
¿Por qué te ensañas conmigo?
¿Acaso te soy una carga?
¿Por qué no me perdonas mis pecados?
¿Por qué no pasas por alto mi maldad?
¿Hasta cuándo seguirás hablando así?
¿Acaso Dios pervierte la justicia?
¿Acaso tuerce el derecho el Todopoderoso?
¿Puede crecer el papiro donde no hay pantano?
¿Pueden crecer los juncos donde no hay agua?
¿cómo puede un mortal justificarse ante Dios?
¿Quién puede desafiarlo y salir bien librado?
¿Quién puede cuestionar sus actos?
¿Cómo entonces podré yo responderle?
¿Dónde hallar palabras para contradecirle?
¿Te parece bien el oprimirme y despreciar la obra de tus manos mientras te muestras complaciente ante los planes del malvado?
¿Son tus ojos los de un simple mortal?
¿Ves las cosas como las vemos nosotros?
¿Son tus días como los nuestros, tus años como los de un mortal, para que andes investigando mis faltas y averiguándolo todo acerca de mi pecado?
¿Vas ahora a cambiar de parecer y a ponerle fin a mi vida?
¿Vas ahora a devolverme al polvo?
¿No fuiste tú quien me derramó como leche, quien me hizo cuajar como queso?
¿Por qué me hiciste salir del vientre?
¿Acaso mis contados días no llegan ya a su fin?
¿Quedará sin respuesta toda esta perorata?
¿Resultará inocente este hablador?
¿Toda esa palabrería nos dejará callados?
¿Te burlarás sin que nadie te reprenda?
¿Puedes adentrarte en los misterios de Dios o alcanzar la perfección del Todopoderoso?
¿qué puedes hacer?
¿qué puedes saber?
¿quién lo hará desistir?
¿Quién no sabe todas esas cosas?
¿Quién de todos ellos no sabe que la mano del Señor ha hecho todo esto?
¿Acaso no comprueba el oído las palabras como la lengua prueba la comida?
¿Se atreverán a mentir en nombre de Dios?
¿Argumentarán en su favor con engaños?
¿Le harán el favor de defenderlo?
¿Van a resultar sus abogados defensores?
¿Qué pasaría si él los examinara?
¿Podrían engañarlo como se engaña a la gente?
¿Acaso no les infundiría miedo su esplendor?
¿Y no caería sobre ustedes su terror?
¿Por qué me pongo en peligro y me juego el pellejo?
¿Hay quien pueda presentar cargos contra mí?
¿Por qué no me das la cara?
¿Por qué me tienes por enemigo?
¿Acosarás a una hoja arrebatada por el viento?
¿Perseguirás a la paja seca?
¿Y en alguien así has puesto los ojos?
¿Con alguien como yo entrarás en juicio?
¿Quién de la inmundicia puede sacar pureza?
¿Eres acaso el primer hombre que ha nacido?
¿Naciste acaso antes que los montes?
¿Tienes parte en el consejo de Dios?
¿Acaso eres tú el único sabio?
¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos?
¿Qué has percibido que nosotros ignoremos?
¿No te basta que Dios mismo te consuele y que se te hable con cariño?
¿Por qué te dejas llevar por el enojo?
¿Por qué te relampaguean los ojos?
¿Por qué desatas tu enojo contra Dios y das rienda suelta a tu lengua?
¿Qué es el hombre para creerse puro, y el nacido de mujer para alegar inocencia?
¿No habrá fin a sus peroratas?
¿Qué tanto les irrita que siguen respondiendo?
¿Quién más podría responder por mí?
¿Dónde queda entonces mi esperanza?
¿Quién ve alguna esperanza para mí?
¿Bajará conmigo hasta las puertas de la muerte?
¿Descenderemos juntos hasta el polvo?
¿Cuándo pondrás fin a tanta palabrería?
¿Por qué nos tratas como si fuéramos bestias?
¿Por qué nos consideras unos tontos?
¿Hasta cuándo van a estar atormentándome y aplastándome con sus palabras?
¿Por qué me acosan como Dios?
¿No les basta con desollarme vivo?
¿Qué se hizo?
¿Acaso dirijo mi reclamo a los mortales?
¿Por qué creen que pierdo la paciencia?
¿Por qué siguen con vida los malvados, cada vez más viejos y más ricos?
¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos?
¿Qué ganamos con dirigirle nuestras oraciones?
¿Cuándo se ha apagado la lámpara de los malvados?
¿Cuándo les ha sobrevenido el desastre?
¿Cuándo Dios, en su enojo, los ha hecho sufrir como paja que arrebata el viento, como tamo que se lleva la tormenta?
¿Qué le puede importar la familia que deja, si le quedan pocos meses de vida?
¿Quién puede impartirle a Dios conocimientos, si es él quien juzga a las grandes eminencias?
¿Dónde está la mansión del potentado?
¿Dónde están las moradas de los inicuos?
¿No han interrogado a los viajeros?
¿No han prestado atención a sus argumentos?
¿Y quién le echa en cara su conducta?
¿Quién le da su merecido por sus hechos?
¿Cómo esperan consolarme con discursos sin sentido?
¿Puede alguien, por muy sabio que sea, serle a Dios de algún provecho?
¿Sacará alguna ventaja el Todopoderoso con que seas un hombre justo?
¿Tendrá algún beneficio si tu conducta es intachable?
¿Acaso te reprende por temerlo, y por eso te lleva a juicio?
¿No es acaso demasiada tu maldad?
¿Y no son incontables tus pecados?
¿No está Dios en las alturas de los cielos?
¿Y Dios qué sabe?
¿Puede acaso juzgar a través de las tinieblas?
¿Vas a seguir por los trillados caminos que han recorrido los malvados?
¿Qué puedes tú hacernos, Todopoderoso?
¿Disputaría él conmigo, con todo su poder?
¿quién puede hacerlo desistir?
¿por qué no los perciben quienes dicen conocerlo?
¿Quién puede probar que es falso lo que digo, y reducir mis palabras a la nada?
¿Pueden contarse acaso sus ejércitos?
¿Sobre quién no alumbra su luz?
¿Cómo puede el hombre declararse inocente ante Dios?
¿Cómo puede alegar pureza quien ha nacido de mujer?
¿Quién te ayudó a pronunciar tal discurso?
¿Qué espíritu ha hablado por tu boca?
¿Quién podrá comprender su trueno poderoso?
¿Qué esperanza tienen los impíos cuando son eliminados, cuando Dios les quita la vida?
¿Escucha Dios su clamor cuando les sobreviene la angustia?
¿Acaso se deleitan en el Todopoderoso, o claman a Dios en todo tiempo?
¿a qué viene tanta palabrería?
¿dónde se halla la sabiduría?
¿Dónde habita la inteligencia?
¿De dónde, pues, viene la sabiduría?
¿Dónde habita la inteligencia?
¿De qué me habría servido la fuerza de sus manos, si no tenían ya fuerza para nada?
¿Acaso no he llorado por los que sufren?
¿No me he condolido por los pobres?
¿Qué se recibe del Dios altísimo?
¿Qué se hereda del Todopoderoso en las alturas?
¿No es acaso la ruina para los malvados y el desastre para los malhechores?
¿Acaso no se fija Dios en mis caminos y toma en cuenta todos mis pasos?
¿qué haré cuando Dios me llame a cuentas?
¿qué responderé cuando me haga comparecer?
¿Acaso he puesto en el oro mi confianza, o le he dicho al oro puro: “En ti confío”?
¿Me he ufanado de mi gran fortuna, de las riquezas amasadas con mis manos?
¿He admirado acaso el esplendor del sol o el avance esplendoroso de la luna, como para rendirles culto en lo secreto y enviarles un beso con la mano?
¿Acaso me he alegrado de la ruina de mi enemigo?
¿Acaso he celebrado su desgracia?
¿Quién bajo mi techo no sació su hambre con los manjares de mi mesa?
¿Y voy a quedarme callado ante su silencio, ante su falta de respuesta?
¿Por qué le echas en cara que no responda a todas tus preguntas?
¿Dónde hay alguien como Job, que tiene el sarcasmo a flor de labios?
¿Quién le dio poder sobre la tierra?
¿Quién lo puso a cargo de todo el mundo?
¿Puede acaso gobernar quien detesta la justicia?
¿Condenarás entonces al Dios justo y poderoso, al que niega el valor de los reyes y denuncia la maldad de los nobles?
¿Pero quién puede condenarlo si él decide guardar silencio?
¿Quién puede verlo si oculta su rostro?
¿Tendría Dios que recompensarte como tú quieres que lo haga, aunque lo hayas rechazado?
¿Crees tener la razón, Job, cuando afirmas: “Mi justicia es mayor que la de Dios”?
¿En qué te beneficias si no peco?
¿en qué afectas a Dios?
¿en qué lo dañas?
¿qué puedes darle?
¿Qué puede recibir de parte tuya?
¿Dónde está Dios, mi Hacedor, que me infunde fuerzas por las noches, que nos enseña más que a las bestias del campo, que nos hace más sabios que las aves del cielo?
¿Qué maestro hay que se le compare?
¿Quién puede pedirle cuentas de sus actos?
¿Quién puede decirle que se ha equivocado?
¿Quién entiende la extensión de las nubes y el estruendo que sale de su pabellón?
¿Sabes cómo controla Dios las nubes, y cómo hace que su relámpago deslumbre?
¿Sabes cómo las nubes, maravillas del conocimiento perfecto, se mantienen suspendidas?
¿puedes ayudarle a extender los cielos, sólidos como espejo de bronce bruñido?
¿Le haré saber que estoy pidiendo la palabra?
¿Quién se atreve a hablar y ser destruido?
EN ESTE MOMENTO DIOS COMIENZA A HABLAR
¿Quién es éste, que oscurece mi consejo con palabras carentes de sentido?
¿Dónde estabas cuando puse las bases de la tierra?
¿Sobre qué están puestos sus cimientos, o quién puso su piedra angular mientras cantaban a coro las estrellas matutinas y todos los ángeles gritaban de alegría?
¿Quién encerró el mar tras sus compuertas cuando éste brotó del vientre de la tierra?
¿O cuando lo arropé con las nubes y lo envolví en densas tinieblas?
¿O cuando establecí sus límites y en sus compuertas coloqué cerrojos?
¿O cuando le dije: “Sólo hasta aquí puedes llegar; de aquí no pasarán tus orgullosas olas”?
¿Alguna vez en tu vida le has dado órdenes a la mañana, o le has hecho saber a la aurora su lugar, para que tomen la tierra por sus extremos y sacudan de ella a los malvados?
¿Has viajado hasta las fuentes del océano, o recorrido los rincones del abismo?
¿Te han mostrado los umbrales de la muerte?
¿Has visto las puertas de la región tenebrosa?
¿Tienes idea de cuán ancha es la tierra?
¿Qué camino lleva a la morada de la luz?
¿En qué lugar se encuentran las tinieblas?
¿Puedes acaso llevarlas a sus linderos?
¿Conoces el camino a sus moradas?
¿Has llegado a visitar los depósitos de nieve de granizo, que guardo para tiempos azarosos, cuando se libran guerras y batallas?
¿Qué camino lleva adonde la luz se dispersa, o adonde los vientos del este se desatan sobre la tierra?
¿Quién abre el canal para las lluvias torrenciales, y le da paso a la tormenta, para regar regiones despobladas, desiertos donde nadie vive, para saciar la sed del yermo desolado y hacer que en él brote la hierba?
¿Acaso la lluvia tiene padre?
¿Ha engendrado alguien las gotas de rocío?
¿De qué vientre nace el hielo?
¿Quién da a luz la escarcha de los cielos?
¿Acaso puedes atar los lazos de las Pléyades, o desatar las cuerdas que sujetan al Orión?
¿Puedes hacer que las constelaciones salgan a tiempo?
¿Puedes guiar a la Osa Mayor y a la Menor?
¿Conoces las leyes que rigen los cielos?
¿Puedes establecer mi dominio sobre la tierra?
¿Puedes elevar tu voz hasta las nubes para que te cubran aguas torrenciales?
¿Eres tú quien señala el curso de los rayos?
¿Acaso te responden: “Estamos a tus órdenes”?
¿Quién infundió sabiduría en el ibis, o dio al gallo entendimiento?
¿Quién tiene sabiduría para contar las nubes?
¿Quién puede vaciar los cántaros del cielo cuando el polvo se endurece y los terrones se pegan entre sí?
¿Cazas tú la presa para las leonas y sacias el hambre de sus cachorros cuando yacen escondidas en sus cuevas o se tienden al acecho en sus guaridas?
¿Eres tú quien alimenta a los cuervos cuando sus crías claman a mí y andan sin rumbo y sin comida?
¿Sabes cuándo los íbices tienen sus crías?
¿Has visto el parto de las gacelas?
¿Has contado los meses de su gestación?
¿Sabes cuándo dan a luz?
¿Quién deja sueltos a los asnos salvajes?
¿Quién les desata las cuerdas?
¿Crees tú que el toro salvaje se prestará a servirte?
¿Pasará la noche en tus establos?
¿Puedes mantenerlo en el surco con el arnés?
¿Irá en pos de ti labrando los valles?
¿Pondrás tu confianza en su tremenda fuerza?
¿Echarás sobre sus lomos tu pesado trabajo?
¿Puedes confiar en él para que acarree tu grano y lo junte en el lugar donde lo trillas?
¿Le has dado al caballo su fuerza?
¿Has cubierto su cuello con largas crines?
¿Eres tú quien lo hace saltar como langosta, con su orgulloso resoplido que infunde terror?
¿Es tu sabiduría la que hace que el halcón vuele y que hacia el sur extienda sus alas?
¿Acaso por tus órdenes remonta el vuelo el águila y construye su nido en las alturas?
¿Corregirá al Todopoderoso quien contra él contiende?
JOB RESPONDE
¿Qué puedo responderte, si soy tan indigno?
DIOS SIGUE HABLANDO
¿Vas acaso a invalidar mi justicia?
¿Me harás quedar mal para que tú quedes bien?
¿Tienes acaso un brazo como el mío?
¿Puede tu voz tronar como la mía?
¿Quién ante sus ojos se atreve a capturarlo?
¿Quién puede atraparlo y perforarle la nariz?
¿Puedes pescar a Leviatán con un anzuelo, o atarle la lengua con una cuerda?
¿Puedes ponerle un cordel en la nariz, o perforarle la quijada con un gancho?
¿Acaso amablemente va a pedirte o suplicarte que le tengas compasión?
¿Acaso va a comprometerse a ser tu esclavo de por vida?
¿Podrás jugar con él como juegas con los pájaros, o atarlo para que tus niñas se entretengan?
¿Podrán los mercaderes ofrecerlo como mercancía, o cortarlo en pedazos para venderlo?
¿Puedes atravesarle la piel con lanzas, o la cabeza con arpones?
¿quién, pues, podría hacerle frente?
¿Y quién tiene alguna cuenta que cobrarme?
¿Quién puede despojarlo de su coraza?
¿Quién puede acercarse a él y ponerle un freno?
¿Quién se atreve a abrir el abismo de sus fauces, coronadas de terribles colmillos?
JOB RESPONDE
¿Quién es éste —has preguntado—, que sin conocimiento oscurece mi consejo?
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