Moloc, Milkom, Milcon, Molek, Moloch o Moloch Baal era otro dios cananeo que fue adorado sobre todo por los fenicios, cartagineses y sirios. Él era, para estos pueblos, el símbolo del fuego purificante. Este dios se representaba por un ser con cuerpo de humano pero con cabeza de toro con cuernos y siempre en los lugares de culto estaba con los brazos extendidos, como esperando alguna ofrenda.

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Los rituales. Los rituales a Moloc podrían considerarse como los más horribles de la época del antiguo testamento. Para comenzar los sacerdotes hacían sonar trompetas, tambores y platos y creaban una música absorbente y frenética. Al mismo tiempo, los ayudantes de los sacerdotes del templo prendían fuego dentro de la estatua (esta estaba hueca por dentro, como si se tratara de un horno). Una vez estaba preparado el fuego, comenzaba el Molk; el ritual del sacrificio. El sacerdote supremo subía los escalones que llegaban hasta las manos extendidas de la estatua y allí, en las manos de bronce del dios Moloc depositaban a un recién nacido. Mientras la música seguía sonando frenéticamente y mediante un sistema de cadenas y palancas hacían que las manos de la estatua articulara los brazos hacia la boca de toro haciendo que el bebé cayese dentro y fuese devorado por el fuego purificador.  Los familiares de los bebés tenían prohibido llorar y la música era tan alta que la multitud no podía oír los lamentos y gritos de las criaturas ardiendo en el interior de la estatua.

Para los cananitas sacrificar a los recién nacidos era lo más grande que ellos podían ofrecer al dios Moloc. Las madres arrojaban a sus hijos vivos porque según sus creencias eran los seres más impregnados de materia. Los adultos, sin embargo, habían desarrollado más su espíritu y por lo tanto no eran tan agradables al dios, no eran propicios para el sacrificio. Ellos pensaban también que al comienzo del mundo hubo una gran catástrofe (transformándose el espíritu de Moloc en oscuridad) y que, si no fuera por los sacrificios para fertilizar la tierra, solo habría piedras en el mundo. De igual manera el ser humano era la encarnación de esa tragedia, y para redimirse debía ofrecer sacrificios a Moloc.

Uno de los rituales más reconocidos por los historiadores fue el realizado por los nobles cartagineses cuando fueron derrotados por Agathcles. Ellos pensaron que habían disgustado y ofendido a Moloc por la derrota, así que lo que hicieron fue cambiar a los niños recién nacidos por sus propios hijos para ser sacrificados. Durante semanas enteras, de manera ininterrumpida llegaron a sacrificar a 300 niños como ofrenda a Moloc. La estatua de bronce estaba al rojo vivo y los enemigos que estaban sitiando la ciudad (ya más que conquistada) contemplaban el grotesco espectáculo desde las murallas exteriores.

El Tofet. Esta palabra es sinónimo de infierno para los hebreos. Los Tofet eran los cementerios para los niños que morían carbonizados en los sacrificios Molk. Había un lugar específico (un Tofet) que el pueblo de Israel utilizaba para los sacrificios (Seguramente en el valle de la Gehena). También está ubicado el famoso Tofet de Cartago donde se hicieron muchos sacrificios de recién nacidos. Las cenizas de los cuerpos calcinados eran almacenadas en unas urnas junto con algunas joyas y amuletos y se dejaban en el cementerio junto con  los demás restos.

En la Biblia. El sacrificio de niños estaba expresamente condenado por la ley de Dios (Levítico 18.21) y a pesar de todo el pueblo de Israel edificó altares a Moloc (1 Reyes 11.7) y sacrificaba allí a sus hijos (Jeremías 32.30-35). Se supone que esta horrible práctica terminó con el reinado del rey Josías (2 Reyes 23.10, Jeremías 7.30-31, 19.1-6)