Esta serie va a ser un poco extraña, el nombre es una mezcla de filosofía y teología, y no, no es lo que parece, no es algo heréjico o destructivo o sectario, sino que quiero referirme a ese espacio dedicado a reflexionar profundamente en algo concreto que Dios nos enseña y buscar preguntas y posibles respuestas que se relacionen directamente con el pensamiento y la vida diaria de las personas.

La primera definición de filosofía que aparece en google es:
Conjunto de reflexiones sobre la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de las cosas naturales, especialmente sobre el hombre y el universo. Por otro lado, la teología estudia el conjunto de conocimientos acerca de Dios, sus atributos y sus perfecciones, según wikipedia, así que la fileolofía sería una serie de reflexiones sobre la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de la naturaleza de Dios sobre nosotros.

Esto no es algo novedoso ni extraordinario; muchos lo han hecho y muchos lo harán, seguramente con más acierto que yo, sólo es una parte que considero importante del proceso de descubrir a Dios a través de su palabra unido al meditar y razonar acerca de Él.

Nuestras vidas sólo cobran sentido a través de los ojos de los demás

El primer tema fue una frase que escuché o leí no me acuerdo de que sitio, y sinceramente creo que yo mismo cambié un poco el sentido: «Nuestras vidas solo cobran sentido a través de los ojos de los demás».

Esto en el mundo humanista tiene un sentido; el sentido es alejar la idea intrínsecamente egoísta de la vida atrayendo a las personas a una vida centrada en la relación con otras personas. Ante una vida en la que la persona se centra en sí misma, esta idea intenta decirnos que lo único que le puede dar sentido a nuestra vida son las otras personas, la relación. Y es cierto, en esta tierra la relación con otras personas es lo que hace que tenga un sentido vivir, la autosuperación, la meritocracia, los logros y la misma existencia dependen enormemente de que otros la observen.

Evidentemente hay otras consecuencias que vienen después de que los ojos de los demás vean quienes somos, pero no es el punto al que quiero llegar: Si tenemos buenas noticias necesitamos contarlas, si tenemos malas noticias necesitamos decirlas; más aún, cualquier cosa que sucede en nuestra vida produce en nosotros una especie de autoreflejo que tiene que ver con otra persona. Incluso las cosas que no queremos que otros sepan. Nuestro baremo son los demás y de los demás dependemos constantemente en el día a día de nuestra vida. Su opinión es la medida de nuestras vidas, constantemente estamos pensando si hemos causado una buena o mala impresión en los demás, o si nos ven con ojos de aprobación o de vergüenza o decepción. Dependemos de los otros.

Y es importante dejar claro que esto no es una opción, incluso en las personas que dicen que no tienen en cuenta la opinión de los demás se detecta que su comportamiento realmente causa en los demás un efecto. Lo que quiero decir es que esta idea de que «Nuestras vidas solo cobran sentido a través de los ojos de los demás» no tiene que ver en absoluto con nuestra opinión al respecto. La relación nos hace humanos. Aunque no quieras.

Así que, en cierta forma, lo que es una persona ya no depende de esa persona, sino del resto de personas. Esto irremediablemente ahoga a la sociedad en una hipocresía profundamente desgarradora, ya que, en vez de acoger la sinceridad y la verdad como fórmula, las personas hemos abrazado la mentira para, precisamente mostrar lo que no somos: Si soy lo que otros ven, verán lo que yo quiero que vean, así seré, delante de los demás, quien yo quiera ser.

De este modo, las redes sociales han contribuido enormemente a sumergir a las personas en una profunda espiral de engaño, donde todos, absolutamente todos enseñamos lo que queremos enseñar.

Y ante esta triste realidad, Jesús se revela a sí mismo como la mejor opinión de nosotros mismos, porque ahí está, su idea de nosotros, elevándose sobre todas las demás y dejando claro el punto relevante: Y es que hay un grado de opinión de las demás personas que puedan dar un sentido a nuestras vidas, pero a través de los ojos de Jesús es que nuestras vidas cobran sentido, propósito, fortaleza, esperanza y verdad.

Y aquí no cabe la hipocresía, ni tiene lugar la mentira; no son necesarias, no tenemos que vernos obligados a recurrir a estas trampas tóxicas. Sino que el Dios del universo conoce la verdad, y esta es la regla del juego: Dios sabe quién eres y nadie sabrá mejor que Dios quién eres tú, quién fuiste y quién serás, así que si Dios sabe quien eres y tu vida cobra sentido a través de sus ojos, somos liberados automáticamente de las artimañas de la mentira y la opresión de la hipocresía y entonces podemos vivir sabiendo que lo que somos, nuestra identidad, nuestras caminos, nuestros propósitos y deseos pasan a través de los justos, verdaderos y misericordiosos ojos del Dios que todo lo puede, del Dios que murió y resucitó por ti.

Así que encaminemos nuestras vidas no para agradar a las personas, no para agradar ese deseo egoísta de encajar en la opinión de los demás, sino que encaminemos nuestras vidas para agradar y glorificar a Aquel cuyos ojos nos ven tal y como somos.


Esta serie va a ser un poco extraña, el nombre es una mezcla de filosofía y teología, y no, no es lo que parece, no es algo heréjico o destructivo o sectario, sino que quiero referirme a ese espacio dedicado a reflexionar profundamente en algo concreto que Dios nos enseña y buscar preguntas y posibles respuestas que se relacionen directamente con el pensamiento y la vida diaria de las personas.

La primera definición de filosofía que aparece en google es:
Conjunto de reflexiones sobre la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de las cosas naturales, especialmente sobre el hombre y el universo. Por otro lado, la teología estudia el conjunto de conocimientos acerca de Dios, sus atributos y sus perfecciones, según wikipedia, así que la fileolofía sería una serie de reflexiones sobre la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de la naturaleza de Dios sobre nosotros.

Esto no es algo novedoso ni extraordinario; muchos lo han hecho y muchos lo harán, seguramente con más acierto que yo, sólo es una parte que considero importante del proceso de descubrir a Dios a través de su palabra unido al meditar y razonar acerca de Él.

Nuestras vidas sólo cobran sentido a través de los ojos de los demás

El primer tema fue una frase que escuché o leí no me acuerdo de que sitio, y sinceramente creo que yo mismo cambié un poco el sentido: «Nuestras vidas solo cobran sentido a través de los ojos de los demás».

Esto en el mundo humanista tiene un sentido; el sentido es alejar la idea intrínsecamente egoísta de la vida atrayendo a las personas a una vida centrada en la relación con otras personas. Ante una vida en la que la persona se centra en sí misma, esta idea intenta decirnos que lo único que le puede dar sentido a nuestra vida son las otras personas, la relación. Y es cierto, en esta tierra la relación con otras personas es lo que hace que tenga un sentido vivir, la autosuperación, la meritocracia, los logros y la misma existencia dependen enormemente de que otros la observen.

Evidentemente hay otras consecuencias que vienen después de que los ojos de los demás vean quienes somos, pero no es el punto al que quiero llegar: Si tenemos buenas noticias necesitamos contarlas, si tenemos malas noticias necesitamos decirlas; más aún, cualquier cosa que sucede en nuestra vida produce en nosotros una especie de autoreflejo que tiene que ver con otra persona. Incluso las cosas que no queremos que otros sepan. Nuestro baremo son los demás y de los demás dependemos constantemente en el día a día de nuestra vida. Su opinión es la medida de nuestras vidas, constantemente estamos pensando si hemos causado una buena o mala impresión en los demás, o si nos ven con ojos de aprobación o de vergüenza o decepción. Dependemos de los otros.

Y es importante dejar claro que esto no es una opción, incluso en las personas que dicen que no tienen en cuenta la opinión de los demás se detecta que su comportamiento realmente causa en los demás un efecto. Lo que quiero decir es que esta idea de que «Nuestras vidas solo cobran sentido a través de los ojos de los demás» no tiene que ver en absoluto con nuestra opinión al respecto. La relación nos hace humanos. Aunque no quieras.

Así que, en cierta forma, lo que es una persona ya no depende de esa persona, sino del resto de personas. Esto irremediablemente ahoga a la sociedad en una hipocresía profundamente desgarradora, ya que, en vez de acoger la sinceridad y la verdad como fórmula, las personas hemos abrazado la mentira para, precisamente mostrar lo que no somos: Si soy lo que otros ven, verán lo que yo quiero que vean, así seré, delante de los demás, quien yo quiera ser.

De este modo, las redes sociales han contribuido enormemente a sumergir a las personas en una profunda espiral de engaño, donde todos, absolutamente todos enseñamos lo que queremos enseñar.

Y ante esta triste realidad, Jesús se revela a sí mismo como la mejor opinión de nosotros mismos, porque ahí está, su idea de nosotros, elevándose sobre todas las demás y dejando claro el punto relevante: Y es que hay un grado de opinión de las demás personas que puedan dar un sentido a nuestras vidas, pero a través de los ojos de Jesús es que nuestras vidas cobran sentido, propósito, fortaleza, esperanza y verdad.

Y aquí no cabe la hipocresía, ni tiene lugar la mentira; no son necesarias, no tenemos que vernos obligados a recurrir a estas trampas tóxicas. Sino que el Dios del universo conoce la verdad, y esta es la regla del juego: Dios sabe quién eres y nadie sabrá mejor que Dios quién eres tú, quién fuiste y quién serás, así que si Dios sabe quien eres y tu vida cobra sentido a través de sus ojos, somos liberados automáticamente de las artimañas de la mentira y la opresión de la hipocresía y entonces podemos vivir sabiendo que lo que somos, nuestra identidad, nuestras caminos, nuestros propósitos y deseos pasan a través de los justos, verdaderos y misericordiosos ojos del Dios que todo lo puede, del Dios que murió y resucitó por ti.

Así que encaminemos nuestras vidas no para agradar a las personas, no para agradar ese deseo egoísta de encajar en la opinión de los demás, sino que encaminemos nuestras vidas para agradar y glorificar a Aquel cuyos ojos nos ven tal y como somos.